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OPINIÓN

Los biocombustibles: la ruta para la descarbonización

09 de diciembre de 2025

Gabriel Ibarra Pardo

Socio de Ibarra Rimon
Canal de noticias de Asuntos Legales

En los últimos años, el tema del cambio climático ha adquirido una connotación casi religiosa.

La polémica que se produjo en la COP30, tras omitirse, en la declaración final, la referencia explícita a la responsabilidad de los combustibles fósiles en la crisis climática muestra la sensibilidad del tema.

Aunque nadie osaría cuestionar el papel que han jugado los combustibles fósiles en el calentamiento global, la verdadera discusión se centra en como y cuando hacer la transición hacia energías más limpias y sostenibles y en la necesidad de trazar una ruta realista para que el país pueda alcanzar ese objetivo y descarbonizar el transporte con los menores traumatismos.

Es claro, sin embargo, que para lograr ese cometido se requiere de un complejo y largo proceso.

Colombia no cuenta con la infraestructura ni los recursos para sustituir rápidamente el parque automotor de combustión por vehículos eléctricos.

Una transición abrupta afectaría sectores rurales, logísticos, energéticos e industriales, por lo que se requieren opciones intermedias para reducir emisiones sin sacrificar la competitividad, el empleo ni la estabilidad nacional.

En este contexto, los biocombustibles adquieren una importancia vital como una alternativa efectiva para avanzar en la descarbonización de Colombia, en tanto ayudan notablemente a disminuir las emisiones, impulsar el empleo en zonas rurales y fortalecer tanto la soberanía como la seguridad energética del país.

Según Fedebiocombustibles, el uso combinado de bioetanol y biodiésel reduce las emisiones de CO2 en 3,7 millones de toneladas de CO₂ al año, un impacto equivalente a retirar un millón de vehículos de circulación.

En Colombia, la gasolina contiene una mezcla obligatoria del 10% de bioetanol, y el diésel incorpora un 10% de biodiésel derivado de palma.

Estas mezclas oxigenan el combustible, mejoran su calidad y disminuyen las emisiones contaminantes al mismo tiempo que permiten reducir las importaciones de diésel y de gasolina de manera significativa.

Lo anterior, además de generar un gran ahorro de divisas, lleva a disminuir la dependencia de las importaciones y por consiguiente a fortalecer la soberanía energética del país

De acuerdo con el DNP, en términos de salud pública, los biocombustibles contribuyen a reducir material particulado, un contaminante directamente asociado con más de 15.000 muertes anuales por enfermedades respiratorias.

A diferencia de una transición exclusivamente eléctrica, que depende de importación de baterías y minerales críticos, que requerirán de complejísimas estrategias para disponer de esos de esos elementos, al final de su vida útil, los biocombustibles generan empleo rural, fortalecen cadenas productivas históricas y representan un gran aporte a la economía regional.

Según el Tiempo, el sector genera 93.000 empleos directos y más de 470.000 empleos formales en las cadenas agroindustriales de caña de azúcar y palma de aceite y, en muchos casos, en regiones marginadas caracterizadas por un alto grado de conflicto e inseguridad.

Esta es una ventaja estratégica que Colombia no puede darse el lujo de subestimar.

Por ello, no cabe la menor duda que este sector requiere del decidido apoyo del Gobierno Nacional y de una política de estado que garantice unas mínimas condiciones de seguridad y estabilidad jurídica.

De lo contrario, es posible que corramos el riesgo de que, como dice el famoso dicho popular, nos quedemos ¨sin chicha ni limonaá¨.

* El autor ha sido asesor del sector de biocombustibles en Colombia.

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